Ana tiene el deseo de llevar una vida más saludable. Quiere cambiar sus malos hábitos alimenticios, sentirse más enérgica y vibrante.
Así que un día, decide darle un giro a su alimentación, investiga recetas saludables, llena su despensa con alimentos nutritivos y se lanza a esta emocionante aventura hacia una alimentación consciente repleta de buenos hábitos.
Al principio, todo va sobre ruedas; da el primer paso y todo parece ir bien. Pero con el tiempo, la cosa se complica.
La euforia inicial ha disminuido y el deseo de volver a los antiguos hábitos se convierte en una lucha interna constante.
Cada día que pasa parece que necesita más fuerza de voluntad para no caer de nuevo en los malos hábitos y comienza a cuestionarse si merece la pena tanto esfuerzo a largo plazo.
Le empiezan a pasar por la mente pensamientos de "no soy capaz", "no merece la pena tanto esfuerzo para nada", "Qué necesidad tengo de pasarlo mal", etc.
¿Te suena familiar?
Al igual que Ana, es posible que hayas tropezado con obstáculos en el camino hacia tus objetivos. La buena noticia es que esto no solo te pasa a ti; no es cosa tuya, no se trata de que seas débil o que no seas capaz.
Los obstáculos que surgen forman parte del propio proceso de cambio y creación de nuevos hábitos saludables.
Así que, si te sientes identificad@ con la historia de Ana, estás en el lugar adecuado.
Vamos a explorar las razones detrás de los desafíos que enfrentamos al intentar adoptar hábitos más saludables y cómo conquistarlos con éxito.
Implementar un nuevo hábito o hacer un cambio de hábitos puede ser un desafío, y la resistencia al cambio de hábitos es algo que todos hemos experimentado en algún momento de nuestras vidas. Ya sea intentando dejar de fumar, mejorar nuestra dieta o incorporar una rutina de ejercicios, nuestra mente y cuerpo siempre se resisten al cambio.
¿Pero por qué sucede esta resistencia? ¿Por qué tu mente y tu cuerpo se oponen a que cambies malos hábitos por un hábito saludable? Pues hay varios motivos:
- La Comodidad de la Homeostasis
Imagina tu cuerpo y mente como un sistema altamente eficiente que busca constantemente mantener el equilibrio y la comodidad. Este sistema, conocido como homeostasis, es crucial para nuestra supervivencia. Cuando todo funciona sin problemas, nos sentimos cómodos y en armonía con nuestro entorno.
Los buenos hábitos son una parte integral de esta homeostasis. En nuestra rutina diaria, realizamos innumerables acciones de manera automática, desde cepillarnos los dientes hasta la forma en que abordamos las tareas en el trabajo.
Estos hábitos juegan un papel fundamental, ahorran tiempo y energía mental, permitiéndonos funcionar de manera eficiente en un mundo lleno de decisiones y estímulos.
Ahora bien, aquí está el quid de la cuestión: cuando intentamos cambiar un hábito, cuando queremos crear un nuevo hábito, estamos esencialmente desafiando la homeostasis, incluso con pequeños cambios.
Nuestro cuerpo y mente se han acostumbrado a ciertas rutinas y patrones de comportamiento, y los ven como la norma. Cualquier desviación de esta norma se interpreta como una amenaza.
Esta resistencia al cambio es en realidad una respuesta protectora.
Nuestro cerebro, que es el epicentro de esta homeostasis, interpreta el cambio como un riesgo potencial.
En términos evolutivos, lo desconocido podría haber sido peligroso, y nuestro cerebro está programado para evitar peligros.
Cuando intentamos cambiar un hábito, el cerebro detecta una discrepancia entre la antigua rutina y la nueva. Se encienden las alarmas, se liberan hormonas del estrés y sentimos una incomodidad o ansiedad. Esta es la razón por la que, incluso cuando estamos decididos a cambiar, a menudo nos encontramos "tropezando" y volviendo a nuestros viejos hábitos.
- Las Redes Neuronales
El cerebro humano es una red intrincada de aproximadamente 86 mil millones de neuronas, cada una conectada a muchas otras a través de sinapsis.
Cuando repetimos un comportamiento, ya sea positivo o negativo, fortalecemos las conexiones neuronales relacionadas con ese comportamiento en particular. Esto significa que nuestro cerebro se adapta y se vuelve más eficiente en la ejecución de ese hábito específico con el tiempo, lo cual tiene un papel fundamental en nuestra salud física y mental.
Imagina estas conexiones neuronales como senderos en un bosque. Al principio, estos senderos pueden ser solo rutas estrechas y difíciles de transitar. Pero a medida que continuamos caminando por el mismo sendero (es decir, repitiendo el mismo comportamiento), este sendero se ensancha, se vuelve más suave y fácil de seguir. Nuestro cerebro prefiere estas rutas fáciles y familiares.
Ahora, aquí está el desafío cuando intentamos cambiar un hábito: estamos tratando de abrir un nuevo sendero en el bosque mientras el sendero antiguo es ancho y cómodo. El cerebro tiende a seguir la ruta más fácil y conocida, y esto crea la resistencia al cambio.
Cuando intentamos cambiar un hábito, como dejar de fumar, comer más alimentos saludables o hacer ejercicio regularmente, nuestros cerebros se resisten. Las redes neuronales asociadas con el hábito anterior han sido fortalecidas a lo largo del tiempo, lo que significa que son más eficientes y, en cierto sentido, más "atractivas" para el cerebro.
Cuando intentamos dejar un hábito no deseado, como fumar, estas conexiones neuronales intentan mantenerse activas. Experimentamos esto como una fuerte urgencia o deseo de volver al antiguo comportamiento, incluso cuando sabemos que es perjudicial para nuestra buena salud.
- Adicción a las Emociones Conocidas
Nuestros hábitos y emociones están intrínsecamente entrelazados.
Cada vez que realizamos una acción, especialmente si se asocia con una emoción particular, desencadenamos una respuesta emocional en nuestro cerebro.
Esto es especialmente relevante cuando hablamos de hábitos relacionados con la alimentación, como, por ejemplo, comer alimentos poco saludables como respuesta al estrés.
Imagina que siempre comes una barra de chocolate cuando te sientes estresado. Tu cerebro comienza a asociar la liberación de endorfinas y la sensación de "alivio" del estrés con el acto de comer chocolate.
Con el tiempo, tu mente y cuerpo pueden volverse "adictos" a estas emociones familiares.
Cuando intentas cambiar este hábito y dejar de comer chocolate en momentos de estrés, tu mente y cuerpo pueden resistirse porque extrañan esas emociones reconfortantes.
Este ciclo de adicción emocional funciona de la siguiente manera:
1. Estímulo Emocional: Experimentas una emoción, como el estrés o la tristeza.
2. Hábito: Recurres a un hábito, como comer chocolate, para aliviar esa emoción.
3. Recompensa Emocional: El hábito libera endorfinas u otras sustancias químicas que te
hacen sentir mejor, al menos temporalmente.
4. Refuerzo del Hábito: Tu cerebro refuerza la conexión entre la emoción y el hábito, haciendo
que sea más difícil romper ese vínculo.
Cuando intentas cambiar este hábito, tu mente y cuerpo pueden resistirse porque el viejo hábito se ha convertido en una fuente confiable de gratificación emocional.
Esto también pasa con asociaciones emocionales positivas:
Imagina que tienes la costumbre de celebrar tus logros y momentos especiales con un delicioso postre. Cada vez que obtienes una promoción en el trabajo, celebras tu cumpleaños o tienes una reunión con amigos, te das el gusto de disfrutar de un postre exquisito. Esta acción se ha convertido en un ritual de alegría y celebración en tu vida.
Cada vez que te sumerges en ese primer bocado de tu postre favorito, sientes una oleada de alegría y celebración. Tus papilas gustativas explotan de felicidad, y tu cerebro asocia este acto con momentos especiales y emociones positivas. La simple vista y el olor de ese postre pueden elevar tu ánimo y hacerte sentir especial.
A pesar de que estás decidido a llevar un estilo de vida más saludable y reducir las calorías, te resulta increíblemente difícil dejar atrás este hábito. Cada vez que intentas renunciar a los postres, te encuentras luchando contra la resistencia interna. Tu mente subconsciente se resiste a abandonar la alegría y la celebración asociadas con estos dulces momentos.
La resistencia al cambio de hábitos no siempre se presenta de manera consciente.
De hecho, gran parte de ella se origina en nuestro subconsciente, donde residen creencias arraigadas sobre quiénes somos y qué somos capaces de hacer.
Estas creencias pueden ser tanto limitantes como empoderadoras, y afectan significativamente nuestra capacidad para cambiar hábitos.
Nuestro subconsciente es como un archivo gigante que almacena información sobre nuestras experiencias pasadas, creencias profundamente arraigadas, valores y autopercepciones.
A lo largo de nuestra vida, hemos acumulado creencias sobre lo que podemos y no podemos lograr, lo que merecemos y lo que no, y quiénes somos en el núcleo de nuestra identidad.
Cuando intentamos cambiar un hábito, especialmente si ese hábito ha estado arraigado durante mucho tiempo, entramos en conflicto con estas creencias subconscientes. El subconsciente resiste el cambio porque percibe que este cambio podría amenazar nuestra identidad o nuestro sentido de seguridad.
Imagina a alguien que intenta dejar de fumar. Conscientemente, sabe que fumar es perjudicial para su salud y está decidido a cambiar. Sin embargo, su subconsciente puede albergar creencias como "Fumar me ayuda a relajarme" o "Soy una persona que necesita un cigarrillo para manejar el estrés". Estas creencias subyacentes pueden generar un conflicto interno, donde la mente consciente lucha contra la mente subconsciente.
El miedo al fracaso es un sentimiento humano universal y comprensible. Cuando se trata de cambiar hábitos, este miedo puede jugar un papel importante en la resistencia al cambio.
Veamos más a fondo por qué el miedo al fracaso y al cambio pueden mantenernos atrapados en viejos hábitos.
1. El Miedo al Fracaso: El miedo al fracaso es un miedo arraigado en la preocupación de que
nuestros esfuerzos por cambiar no funcionen como esperamos.
Este miedo puede influir en nuestro estado de ánimo y ser paralizante. En esencia, es el temor a
no alcanzar nuestros objetivos de salud o a caer de nuevo en los viejos patrones de
comportamiento. Este miedo puede hacer que nos aferremos a lo que conocemos, incluso si
sabemos que no es lo mejor para nuestra salud general.
2. El Miedo a lo Desconocido: El miedo al cambio también está relacionado con el miedo a lo
desconocido. Nuestra mente tiende a preferir lo familiar, incluso si es perjudicial, en lugar de
aventurarse en territorio desconocido. Cuando intentamos cambiar un hábito, estamos
introduciendo lo desconocido en nuestras vidas cotidianas, y esto puede generar ansiedad y
aumentar nuestros niveles de estrés.
3. La Zona de Confort: La resistencia al cambio a menudo se deriva de nuestra "zona de confort",
ese espacio mental en el que nos sentimos seguros y cómodos. Cambiar hábitos de vida
saludable implica abandonar esta zona de confort y aventurarse en una zona desconocida, lo
que puede ser aterrador. Pero las buenas noticias son que salir de la zona de confort suele traer
efectos positivos en nuestra calidad de vida.
A pesar de esta resistencia, la buena noticia es que nuestro cerebro tiene una increíble capacidad de adaptación conocida como neuroplasticidad.
Esta capacidad permite que las conexiones neuronales cambien y se reorganicen en forma progresiva en respuesta a nuevos objetivos y aprendizajes.
Cuando ponemos en marcha el proceso de formación de hábitos, estamos aprovechando la neuroplasticidad de nuestro cerebro.
Al repetir conscientemente una serie de conductas nuevas, como hacer ejercicio físico en lugar de fumar, comenzamos a crear nuevas conexiones neuronales.
Al principio, estos caminos son estrechos y difíciles de transitar, pero con la práctica constante, se fortalecen y se vuelven más eficientes.
La clave para superar la resistencia al cambio de nuestro cuerpo está en la Conciencia y la Persistencia:
1. Conciencia: El primer paso es ser consciente de que esta resistencia es normal y natural.
Reconoce que tu mente y cuerpo, que operan la mayor parte de nuestro tiempo en piloto
automático, están programados para preferir la comodidad y la estabilidad. Pero también
comprende que el cambio es esencial para el bienestar general y el progreso.
2. Persistencia: La persistencia es esencial. El cambio de hábitos requiere del tiempo suficiente.
No te desanimes por los contratiempos. Cada pequeño paso hacia tu objetivo final es un avance
en la dirección correcta. Y aunque sean pequeños, son pasos necesarios.
3. Apoyo y Estrategias: Buscar apoyo, ya sea de amigos, familiares o un profesional, puede jugar
un papel fundamental. También puedes utilizar consejos prácticos como la visualización, la
recompensa o la creación de un ambiente que favorezca el hábito nuevo.
En resumen, nuestra resistencia al cambio de hábitos está arraigada en la homeostasis, la búsqueda de la comodidad y la protección contra lo desconocido. Pero con conciencia, paciencia y estrategias adecuadas, podemos superar esta resistencia y forjar mejores hábitos que nos lleven hacia una vida más saludable y plena.
El cambio puede ser desafiante, pero también es el camino hacia el crecimiento y la mejora personal. Es el camino hacia tu nuevo estado del bienestar y hacia la pérdida de peso o transformación física que deseas y que tanto te mereces.
Porque la salud no va a llamar a tu puerta, conviértete en un/una verdader@ Health Hunter y caza tu salud.
Te ayudamos a conseguir el cuerpo y la salud que siempre has deseado y que tanto te mereces.
+34 652 316 694
Categorías
Newsletter
Suscríbete ahora y recibe gratis nuestro taller y nuestras actualizaciones.
Creado con © systeme.io