¿Has hecho alguna vez una dieta para bajar de peso, lo has conseguido, pero al poco tiempo has vuelto a estar como antes o incluso peor?

Pues si tu respuesta es sí, debes saber que este ciclo vicioso de bajar de peso y luego recuperarlo, para un tiempo después, volver a bajar de peso y volverlo a recuperar (como un yo-yo) puede tener consecuencias fatales para tu organismo.

Primero a nivel físico ya que este tipo comportamientos puede provocar:

- Pérdida de masa muscular

- Mala nutrición

- Desaceleración del metabolismo

- Cambios hormonales

- Enfermedades cardiovasculares

Y luego a nivel psicológico ya que cada vez que intentas bajar de peso y no lo consigues, o luego lo recuperas, le estás enviando un mensaje a tu subconsciente.

Le estás diciendo que no puedes hacerlo, que no eres capaz, que no vales.

Esto, a la larga puede tener un impacto negativo en tu salud mental, generando sentimientos de frustración, ansiedad y baja autoestima y la creencia de que tú no puedes bajar de peso.

Y el gran problema es que una vez generada esa creencia ya no puedes actuar en contra de ella (como cualquier otra) y te va a ser imposible bajar de peso de forma permanente a no ser que seas capaz de cambiarla.

Cuando se hace una dieta y se baja muy rápidamente de peso, normalmente se debe básicamente a la pérdida de agua, masa muscular y un porcentaje muy pequeño de grasa.

En la mayoría de los casos cuando se baja muy rápido de peso, acostumbra a ser por una dieta muy restrictiva calóricamente hablando.

Una dieta con mucha restricción calórica es imposible de sostener en el tiempo, así que, tarde o temprano, se deja y se vuelven a los hábitos alimenticios antiguos.

El problema es que, en el momento en que recuperas tus hábitos alimentarios antiguos, aunque comas exactamente igual que cuando empezaste a hacer la dieta, aunque comas exactamente las mismas calorías, ni una más, tu cuerpo tiene menos masa muscular.

Esto implica que tu capacidad de quemar calorías se ha reducido, ya que el músculo es un gran cosnumidor de energía, así que comiendo lo mismo, acumumularás más grasa porque gastarás menos.

Con lo que recuperarás rápidamente tu peso e incluso es posible que algunos kilos extra.

Además de la pérdida de masa muscular, hay otro factor importante que influye.

Nuestro organismo está diseñado genéticamente para ahorrar energía.

Cuando el ser humano todavía vivía en las cavernas, la comida era difícil de encontrar y cuando se tenía la opción de comer, debía comer y acumular todo lo que pudiera porque no sabía cuándo podría volver a hacerlo.

Evidentemente, en esa época, que nuestro organismo fuera un experto en el ahorro de energía era una habilidad muy útil.

Hoy en día, con el acceso a una cantidad de alimentos tan variado y abundante (alimentos procesados, grasas saturadas, alimentos ricos en hidratos de carbono, bebidas alcohólicas, azúcares agregados, etc.) que tenemos ya no es una habilidad tan práctica.

El problema es que este acceso tan fácil y tan abundante a las calorías, lo tenemos desde hace apenas cien años, y cien años en la evolución del hombre, que ya estaba en la Tierra hace 4 millones de años, no significan nada.

Con lo que genéticamente, nuestro organismo no ha tenido tiempo de adaptarse, es decir ha cambiado el patrón de alimentación a nivel mundial, pero no la respuesta de nuestro cuerpo. Para nuestro cuerpo él aún seguimos viviendo en las cavernas.

Entonces, cuando nuestro cuerpo detecta un período prolongado de hambruna, como cuando hacemos dietas muy restrictivas a nivel calórico, se protege y lo hace volviéndose más efectivo a la hora de ahorrar energía.

Así que cada vez que nosotros obligamos a nuestro cuerpo a bajar de peso de forma brusca y rápida, nuestro cuerpo se protege para posibles nuevos periodos de hambruna, y se hace más efectivo a la hora de acumular energía que, básicamente, se acumula en forma de grasa.

La única solución posible para conseguir un peso saludable a largo plazo es crear un nuevo estilo de vida saludable y eso pasa por hacer ejercicio físico y una dieta saludable que sea sostenible en el tiempo y que la puedas transformar en tu nuevo hábito de alimentación.

Antes de seguir, quiero hacer una puntualización.

No hay ninguna duda que debes hacer ejercicio físico para tener una buena salud. Sea cual sea tu motivación, una vida sin actividad física es sinónimo de una vida con más problemas de salud, más riesgo de enfermedades y más probabilidad de desarrollo de enfermedades crónicas.

Ahora bien, si no estás acostumbrad@ a hacer ejercicio físico de forma habitual, si no tienes el hábito de una rutina de ejercicio y empiezas a hacer una dieta para reducir tu exceso de peso, no es el momento de empezar a hacer deporte.

Piensa que lo que tienen en común todas las posibles dietas saludables es que, hagas la que hagas, vas a tener que cambiar tus patrones de alimentación y esto va a generar resistencia por parte de tu cuerpo y de tu mente que no quiere que cambies.

Así que es mejor que primero te centres en generar tu nuevo hábito, de automatizar tu nuevo plan de alimentación saludable, y cuando ya no te genere resistencia por parte de tu subconsciente, entonces es el momento de ponerse con el deporte.

Porque si quieres cambiar las dos cosas a la vez, la resistencia que vas a tener que superar va a ser tan grande que lo raro seria que lo consiguieras.

Si quieres saber por qué no debes empezar a hacer deporte cuando empiezas un cambio de hábitos alimentarios mira este artículo.

Después de este pequeño inciso, seguimos...

Para que puedas transformar tu nueva dieta en tu nuevo estilo de vida saludable, esta debe cumplir con una serie de características:

1. Que tenga una gran variedad de comidas saludables y que no sea muy restrictiva con las
calorías.

Muy importante, como ya hemos mencionada anteriormente. Una dieta con mucha restricción
calórica tiene muchas consecuencias negativas, pero quizá la más importante es que no puede
ser mantenida en el tiempo.

2. Que no te haga pasar hambre, ni ansiedad, ni te aburra.

En general lo que hay que tener en cuenta es que tu nueva dieta no te debe generar emociones
negativas.

¿Cuánto tiempo crees que vas a aguantar haciendo una dieta que te hace sentir mal, te genera
ansiedad o que no te gusta hacerla?

3. Que sea una dieta equilibrada a nivel de nutrientes.

Esto es muy importante y está muy relacionado con el punto anterior.

Si tu dieta te proporciona todos los nutrientes que tu cuerpo necesita (vitaminas, minerales,
ácidos grasos saludables, fibra, etc.) comiendo una gran variedad de alimentos, van a empezar
a pasar cosas.

Vas a empezar a sentirte mejor, tu piel, tus uñas y tu pelo se van a ver más saludables, vas a
notar más energía y esto hará que tu estado de ánimo general sea más bueno y se generen
emociones positivas.

Además, si tu cuerpo está cubierto a nivel de nutrientes, no te va a generar ansiedad, ya que
en ocasiones la ansiedad se produce por una falta de algún o algunos nutrientes que tu cuerpo
necesita.

4. Que sea compatible con tu estilo de vida.

Esto es muy importante, porque da igual si llega a tus manos la mejor dieta del mundo y comes
los mejores alimentos saludables si no la puedes hacer de forma habitual y la puedes adaptar a
tu estilo de vida, al ritmo que llevas, tampoco la vas a transformar en tu nuevo hábito saludable
y tarde o temprano la vas a dejar. ¿De qué sirve iniciar una dieta sana, una dieta de pérdida de
peso si no eres capaz de hacerla para siempre?

5. Que sea capaz de cubrir las cuatro necesidades que debe cubrir la comida:

- Incorporar energía a nuestro cuerpo y reponer la gastada

- Regular el estrés y cubrir las necesidades emocionales

- Recompensarnos

- Permitirnos socializar.

Si una dieta no cubre todas estas necesidades, nunca la vas a poder transformar en un hábito, y si no eres capaz de transformar una dieta en tu nuevo hábito alimenticio, nunca serás capaz de bajar de peso de forma saludable y permanente.

Lamentablemente esto no es todo, porque una vez encuentras una dieta que realmente cubre todas las necesidades que tiene que cubrir, aún queda otro obstáculo por superar a la hora de transformar esa dieta en tu nuevo hábito saludable.

Y ese obstáculo no es otro que el sabotaje interno que te va a producir tanto tu mente como tu cuerpo en el momento que detecten que quieres cambiar alguno de los hábitos que ya tienes.

Este tema es tan importante que se merece que hablemos de él en otro artículo.

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